Catálogo “Caminos a Tombuctú”
Prólogo de Michael Reinsch
¿Cómo aproximarse a un mito o a un estereotipo, cómo a la decepción o la esperanza?
No se trata de elegir un medio de transporte ni una dirección concreta, a pesar de que todo gire en torno a una ciudad muy bien definida cartográficamente dentro de la República de Mali. Indudablemente Tombuctú es algo más que un lugar en el mapa.
“Los habitantes de Tombuctú son gente alegre a los que gusta deambular por toda la ciudad con música y danzas desde las 22 horas del día hasta las primeras horas de la noche”, escribió, a partir de sus propias vivencias, León “El africano” en 1550 en su libro “Descripción de África y de las cosas notables que ahí hay”.
Hoy en día sólo viven allí unas miles de personas. La fertilidad se ha convertido en sequía y la riqueza y el poder en pobreza y miseria. Y aun así, el sonido de la palabra Tombuctú todavía evoca en nuestras cabezas, como un sueño, imágenes de caravanas, del comercio de sal y esclavos, de los tesoros del poderoso emperador y de la sabiduría de eruditos en la universidad de la ciudad. Nada que ver con la realidad de África y del Sahara que podemos contemplar hoy. ¿Es realmente África lo que vemos? El viaje hacia Tombuctú es agotador.
Mirko Krizanovic lo realizó tomando Burkina Faso como punto de partida pero esto es irrelevante. Viajó de norte a sur y de este a oeste por todo el continente. Reporteros como él nos acercan a países exóticos y nos dan a conocer gentes de otras culturas. Podemos verlo todo a través de sus ojos en sus fotos. Mirko Krizanovic fue fotógrafo en la redacción del Frankfurter Allgemeine Zeitung. Renunció a su puesto fijo a cambio de una libertad llena de riesgos para poder trabajar con tiempo; sin diligencias ni plazos de entrega.
Esos cinco años le hicieron cambiar. Desde entonces su estilo se ha vuelto más profundo. Esto se debe, por muy paradójico que parezca, al arte de permitir que aquello que, en principio, es el objeto de la contemplación se convierta en el verdadero sujeto de la fotografía. No es el fotógrafo el que determina la imagen, sino la situación. Esa es la razón por la que, mientras más sensiblemente actúa Mirko Krizanovic, más y más crudas resultan sus instantáneas; en ocasiones incluso irritantes.
El brillo de la perfección técnica se desvanece en el momento en que la esencia de un instante sale a la luz. No hay flash que pueda iluminar la enigmática realidad del interior de una sencilla construcción en el desierto de Mauritania y ciegue a las personas que allí se han reunido. No hay Kodacolor que sea capaz de captar la riqueza del color y los matices de las siempre cambiantes tonalidades.
Ya se encuentre en un estado de tranquilidad apacible o con miedo aterrador, Mirko Krizanovic se acerca al ser humano con una mirada atenta, en ocasiones con la mayor prudencia, en otras de la manera más íntima. Prestar atención es, sin lugar a dudas, sinónimo de respeto. Y como una mirada atenta no sólo precisa de la vista sino de todos los sentidos, Mirko Krizanovic abre el diafragma y el obturador de par en par y en la imagen capturada se difuminan los movimientos rápidos y se funden los contrastes en la granularidad de la película en blanco y negro.
El fotógrafo elije el momento y el lugar, la perspectiva y el detalle y aun así no es quien determina la escena. En una milésima de segundo, la del disparo, éste pierde las riendas en la creación de la imagen. Mirko Krizanovic ayuda a que la situación se retrate a sí misma.
“Si hoy fuera descubierto un nuevo mundo, ¿seríamos capaces de contemplarlo?, ¿seríamos capaces de desterrar de nuestra mente todas esas imágenes preconcebidas para conseguir entender la nueva realidad que se presenta ante nuestros ojos?” Ítalo Calvino describió en 1976 cómo los exploradores de América – descubierta en el mismo siglo en el que el marroquí León el Africano describió su continente – no repararon en los nuevos fenómenos que iban encontrando a su paso.
Sus ojos y sus cerebros estaban acostumbrados, como hoy lo están nuestros ojos y nuestros cerebros, a apreciar sólo aquello que encaja en clasificaciones preestablecidas. “Posiblemente un nuevo mundo se presenta ante nosotros cada día”, escribe Calvino, “y no lo vemos”.
Los caminos hacia Tombuctú: ¿Cómo alejarse de algo que llevas en la cabeza? Aproximándose a ello.


